Los partidos y su ley
La ley de partidos políticos no pasa de ser un tremendismo. Se quiere controlar a los partidos, cuando son instituciones que se mueven al conjuro de los vientos. Son coyunturas las que enmarcan el devenir de las agrupaciones y sus militantes, y una nueva ley, no pasa de ser una mueca.
Tiene que haber control del accionar de los partidos políticos. Actualmente lo hay, aunque en forma limitada. Además, no existe ningún tipo de sanción para las travesuras políticas. Hay hasta un lema odioso: los muertos de campaña no cuentan y no sé pagan.
Si hay aberraciones en la forma en que la Junta Central Electoral trata a los partidos políticos, es culpa de esos mismos organismos. Todos cometieron, cometen y cometerán los mismos pecados, por lo que no hay culpables ni inocentes. Hay que reglamentar las acciones de los partidos, pero sin el figureo de los están siempre a la caza de titulares de primera plana.
Son los hombres encargados de aplicar los reglamentos los que han fallado. A los partidos políticos se les entrega una suma considerable de millones de pesos, para que puedan realizar sus actividades durante todo el año, y muy en especial en la etapa electoral. Nadie sabe en qué se invierten esos recursos.
La Junta muestra debilidades en lo que respecta a la organización de los partidos, y su acción más vertical es rechazar a los que aspiran a la legalidad, y no cuentan con los documentos necesarios. Vamos a reglamentar a los partidos, pero partiendo de bases reales. Nadie puede evitar el transfuguismo, porque donde no existe la ideología, todos son iguales y de una acera a la otra no hay diferencias.
Una ley de partidos, como pasa con los reglamentos actuales, no será más que una máscara para ocultar podredumbres. Lo que se hace necesario es forjar una nueva clase de militantes políticos, donde el objetivo fundamental sea luchar por reivindicaciones para los más pobres, alcanzar un objetivo de equidad social y ser respetuoso del derecho de los demás, con un manejo pulcro de los recursos económicos y técnicos.
Donde se perdió lo ideológico y la lucha es para conseguir cargos, no hay nadie que pueda poner orden. Los partidos políticos son el trampolín para alcanzar el poder, y en una sociedad camino del desarrollo las mejorías se dan en el oportunismo, el individualismo, la venta de conciencia y dando demostraciones de tener más fuerza muscular.
Se busca implementar una farsa con una consensuada ley de partidos políticos. La coyuntura es que sin fundamentos ideológicos, nadie para el transfuguismo y el arribismo.
Por Manuel Hernández Villeta